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Todo pasa, todo el tiempo

Quizá ya un poco fuera de contexto para algunas, quisiera compartir desde un espacio interno más aterrizado mi gratitud


Llevo años, muchos años practicando Vipassana, el mejor legado que mi madre podría haberme dejado y sin duda la mayor y más completa herramienta para conectar con la presencia, con la consciencia de cada momento sin que la mente filosófica e intelectual se ponga de por medio.





Todo pasa constantemente. Todo pasa porque el universo no es estático, se mueve, se transforma, evoluciona.

Cerrar los ojos y conectar con todas las partículas subatómicas que están en constante movimiento ha sido sin duda una de las más grandes experiencias de mi vida, aunque haya sido solo por segundos, después de horas y días meditando. Conectar con esta verdad me conecta con el universo y no necesito nada más, nada más que cerrar los ojos y vibrar en la certeza. Todo está bien. formas parte del todo. todo cambia.


Pero a veces, a pesar de la práctica, de hacer yoga y seguir hablando sobre la consciencia, esta verdad absoluta se olvida. A veces la vorágine de la vida llega a sumergirte hasta las marianas de la inconsciencia, sobre todo en el frenético ritmo de la ciudad, donde todo está pensado para distraernos y nada para conectarnos.


Un día nacho tuvo una gran idea, como tantas tiene. Una mujer meditando en la plaza del ayuntamiento, una mujer girando y recordándonos en voz alta que todo cambia, constantemente. Una mujer meditando. Una mujer formando parte del todo y siendo ecuánime al ruido, a las explosiones de cada medio día y luego a ser cortada por la mitad. A ser quemada por la mitad. a la soledad de la pandemia, a las lluvias, al encierro por meses, a la sequedad y decadencia de una nave, a su restauración, al nuevo bullicio de la gente, al ruido de los explosivos otra vez y luego ser quemada por completo.


Una mujer que representa con increíble elegancia y perfección todo aquello por lo que trabajo cada día en mi interior.


Durante todo este proceso, desde que Nacho creó la idea, la mujer meditando me ha servido para recordar la importancia de estar presente. No planear con excesivas expectativas. De mantenerse ecuánime cuando me siento partida por la mitad, cuando me siento quemada, cuando siento mi corazón lejos de mi cabeza, cuando busco silencio y no lo encuentro, cuando quiero parar y no puedo.


Que importante ha sido formar parte de este, como tantos, procesos de vida. No puedo estarle agradecida.


Me faltan muchas palabras, pero eso no importa, ni siquiera estas palabras, porque la verdad está sucediendo ahora en mi presente.


Infinitas gracias a todo el equipo, a la vida, a mi madre por sus enseñanzas. A Nacho por su amor.




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