Dejé la olla a fuego mínimo sobre difusor…
Me siento en la esquina donde confluyen el sol y el aire fresco que entra por la ventana. Simples celebraciones de la vida que no planificas. Acurrucada me entrego al suelo, a la pared y al tiempo.
La brisa mojada me despierta golpeando sobre mis piernas. Abro los ojos y en el instante que la opaca luz impacta en mis ojos recuerdo la olla.
La cocción está lista, sirvo, me siento y la tomo.
Es la primera vez en meses que un plato caliente entra tan bien en mi cuerpo, ha llegado el otoño.
Los polos se han equilibrado, el día y la noche también.
El sol se marcha hacia el oeste, y los cielos bajos besan las montañas.
El recogimiento entra en escena. Las velas y las chimeneas. Los charcos tibios, los pies mojados y la tierra fresca. Y en ese pasaje de fuera hacia dentro, también llega la tristeza post vacacional. El sol sin helados, las terrazas mojadas, las playas vacías, los niños al cole y las calles atascadas.
En octubre y noviembre la energía se concentra. Bajan las temperaturas y el cuerpo actúa para mantener el calor. En esa búsqueda de calor y concentración interna, el organismo se queda frustrado por la falta de recursos, consecuencia de un verano lleno de excesos bailados entre helados, bebidas frías, alcohol y ensaladas desmineralizadas, zumos de frutas tropicales y granizados de limón. Todos estos se quedan estancados en los senos paranasales y en los intestinos, dejándolos permeables e incapaces de asimilar nutrientes tan importantes para la alegría y la vitalidad como el hierro magnético, el calcio y el magnesio.
Es por ello, que en estas fechas de transición, el cuerpo acoge las gripes, el cansancio extremo y la depresión. Un cuerpo sin minerales y lleno de mucosidades, es un cuerpo débil y falto de oxígeno, fuente de vida y motor del movimiento.
Quizá hoy haya salido el sol, el termómetro marque 27º y estés gozando de tu verano personal en una terraza tomando una cerveza helada. Pero el otoño está sucediendo, lo sentí esta mañana por la rendija que se quedó entreabierta en la ventana de mi habitación; el aire era fresco…
No somos salmones, somos personas.
Entra en sincronía con los pasos del sol y los vientos bajos. Cuida tu cuerpo, Deja que tus pulmones se ensanchen y tus intestinos asimilen la vida.
Cambia tus hábitos veraniegos y vuelve a los fuegos, tu cuerpo más profundo, el sabio, el que está conectado con los cambios de la tierra, te lo agradecerá.
Por ello, vuelve a las cremas de larga cocción, con raíces y cereales.
Regresa al arroz integral, a los potajes y las ensaladas escaldadas.
Y aún así, sin pensar, te darás cuenta que al caminar por la calle has cambiado de acera.
RECETA:
“ Arroz caldoso con lentejas”
INGREDIENTES:
- dos dientes de ajo
- una cebolla
- un tallo de cardo
- un nabo
- una chirivia
- media taza de lentejas
- una taza de arroz integral
- aceite de oliva virgen
- sal
PREPARACIÓN:
- En la olla a presión, saltea a fuego bajo los ajos y la cebolla con una pizca de sal durante 5 min.
- Corta la chirivía, el nabo y el cardo a rodajas y agrégalos al salteado de cebolla. Deja a fuego mínimo 1 min.
- Agrega al salteado un litro de agua (según la olla) y deja que se cuezan las verduras a fuego alto 5 min.
- Lava bien el arroz y las lentejas previamente, y agrégalas al caldo.
- Deja la olla a presión a fuego alto durante 15 min y luego a mínimo durante 35 min.
- Deja que repose la olla unos 10 min.
Este, es uno de los platos más reconstituyentes para otoño.
Nos da centro, nos calienta y activa nuestros pulmones e intestinos.
Que aproveche!!!!
Si tienes dudas por favor escribe a través del blog.
Un abrazo a todas y feliz comienzo de otoño!
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